Bildu, en su estreno electoral, dinamitó anoche el mapa político vasco al lograr 953 concejales, más que nadie, 74 alcaldías y 22 mayorías simples, y convertirse en el segundo partido más votado, por detrás de un PNV al que complicará sus opciones de pacto. El PSE, que gobierna Euskadi, sufrió un duro varapalo y perdió, entre otras, la alcaldía de Vitoria a manos del PP, su socio en el Ejecutivo.
El PNV no ha tirado la toalla en Guipúzcoa y Álava, pese a ser el segundo partido político en votos. Por eso, el presidente Iñigo Urkullu, se dejará querer y ha anunciado que hablará de "proyectos estratégicos" y analizará la política de pacificación del Estado con otras fuerzas, informa Efe. Aunque Bildu y la antigua Batasuna no se pronunciarán hasta esta tarde, cuando están convocadas sendas ruedas de prensa en San Sebastián, el portavoz de la nueva coalición, Pello Urizar, cree que los resultados electorales de la coalición implican la retirada definitiva de ETA y ha calificado a Bildu como "una apuesta por construir". Urizar ha advertido de que "Bildu ha llegado para gestionar".
Y es que la izquierda abertzale consigue los mejores resultados de su historia y supera con creces su récord de 1999, cuando concurrió con la marca Euskal Herritarrok, también en un escenario de tregua y después de la firma del Pacto de Lizarra.
La nueva candidatura abertzale confirmó su incontestable superioridad en el territorio de Guipúzcoa, con la consecución de decenas de mayorías absolutas en pequeñas poblaciones, además del significativo triunfo en San Sebastián que complica los pactos a Odón Elorza, y otras contundentes victorias en municipios tan castigados por la violencia de ETA como Mondragón. En este 22-M, Bildu se lleva por delante a Aralar, con quien venía a compartir el mismo espacio político una vez que se decantó por rechazar la violencia, y deja al partido de Patxi Zabaleta en una complicada situación de futuro. Incluso, la nueva candidatura supera con holgura al PNV, que en este territorio nunca ha dudado en transmitir un mensaje soberanista, al que ha recurrido en la campaña mediante la llamada a evitar la dispersión del voto nacionalista. Además, en Álava entra con fuerza en los municipios más poblados como Llodio y Salvatierra, donde gana, y Amurrio.
A partir de ahora, el PNV siente el aliento de Bildu cada vez más cerca. De manera especial lo sentirá a la hora de encarar su necesaria política de pactos si quieren asegurarse el poder en escenarios como las Diputaciones de Guipúzcoa y Álava, abiertos a combinaciones muy abiertas. Tan solo en Vizcaya respira tranquilo el PNV, con sus triunfos holgados en las principales instituciones y de una manera especial en Bilbao, donde Iñaki Azkuna ve recompensado con la mayoría absoluta su tirón popular y el acierto a dejar sin deuda al Ayuntamiento que preside desde hace doce años. El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, declaró que los resultados de Bildu son reflejo de su exigencia exclusiva de las vías políticas y democráticas. "ETA no tiene espacio en Euskadi, estos resultados son el fin de ETA. No hay marcha atrás", concluyó.
A pesar de su hundimiento, el PSE-EE se antoja como el aliado más recurrente para que el PNV pueda apuntalar sus habituales centros de poder, sobre todo en Guipúzcoa donde es conocida la posición contraria de Bildu a los principales proyectos estratégicos como la reforma del puerto de Pasajes, la intermodal o la incineradora. Sin embargo, tras conocer su triunfo en las Juntas Generales de Guipúzcoa y en el Ayuntamiento de San Sebastián, desde Bildu, Oskar Matute, uno de sus portavoces, advirtió que "estamos preparados para gobernar con honestidad y transparencia". Los radicales se concentraron en un frontón de la capital guipuzcoana para celebrar su éxito, jaleando invitaciones a la independencia de Euskadi.
La jornada electoral resultó inédita en Euskadi por la ausencia de incidentes y con un despliegue policial muy inferior al de anteriores convocatorias. La abstención castigó al PSE, sobre todo en Álava.
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